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Por Qué Los Domingos Nos Afectan Tanto, Y Cómo Parar

Por Qué Los Domingos Nos Afectan Tanto, Y Cómo Parar

Los domingos a la tardecita, nos bajonean a todos. Pero cuando odiás tu trabajo, te afecta el triple. Una pequeña guía dominguera para apalear el bajón dominguero y la resaca de los lunes ;)

Cuando laburaba en coles, los domingos me mataban. 

Yo no sé cómo será en otros rubros, pero a mí me aterraba ver los mails. Estaba segura que había un alud de mails que podrían haber sido un holograma. 

En el último cole que estuve, los lunes había “capacitación docente”. Era el único momento que teníamos en la semana, para reunirnos con nuestras paralelas, planificar y socializar (importante en un colegio, donde se supone que se trabaja en equipo). Pero nos lo ocupaban, sin excepción, con capacitaciones.

Te preguntarás qué tipo de capacitaciónes, porque si hablamos de que venía alguien formado en neurociencia o en psicopedagogía a darnos recursos para trabajar con chicos disléxicos y/o con distintos grados de autismo en salas con 33 niños, súper. PULGARES ARRIBA. 

Pero no. Mirá si le iban a pagar a alguien idóneo, si iban a asegurarse de ocuparnos la tarde del lunes con cosas que justificaran que luego tuviéramos que hacer el trabajo en casa... ¡JAMÁS! 

Las capacitaciones eran, por ejemplo, sobre cómo usar emojis (te juro!) y dónde encontrar emojis online. Eran sobre cómo armar un flyer en Canva. Eran, en un contexto de escuela primaria post pandemia, lo más random e inútil que te puedas imaginar.

Entonces, a mí los lunes, me daban muchísima paja. Me parecía una falta de respeto atroz que, en horas que eran para planificar y estar tranquilas mientras los chicos estaban en el campo de deportes, nos metieran capacitaciones inútiles y nos tomaran por imbéciles. Los lunes, además de ser lunes, eran una tomada de pelo. 

Y yo me preguntaba si había valido la pena pagar 1500 dólares por el CELTA, vivir un año en el exterior y juntar toda la experiencia que tenía, para que un señor random, sin formación docente alguna, me capacitara en emojis. Para que nadie me enseñara nunca nada nuevo. Para que nadie me dijera cómo cazzo tener un grado de 33 chicos, de los cuales el 30%, tenía algún tipo de dificultad de aprendizaje. 

Sin mencionar que, dicho y hecho, cuando abría la casilla de mails, me encontraba con assignments sorpresa tipo: hacer reportes de tal cosa. “El board quiere que implementemos tal otra.” “Viene la inspectora, por favor, completar todo esto para que la escuela parezca legítima y en regla."  Faltaba que nos pidieran limpiar los pasillos. Y todo, TODO tenía que ser fuera de horario laboral porque: tenemos capacitación de emojis los lunes. 

¿El sueldo? El docente: nunca más, siempre menos. 

Hablemos de los domingos, ahora que ya me descargué. 

Como muchos saben, entre 2018 y 2019, viví en Australia. El plan era dar clases allá para ¿mejorar mi cv?, no recuerdo. Lo importante es que no sucedió. Cuando llegue allá, intenté conseguir laburo de profe en institutos que enseñaran ingles a extranjeros, pero no conseguí; tampoco intenté tanto porque en el fondo, no tenía ganas.

Mientras tanto, probé un montón de otros oficios random, como vender paneles solares puerta a puerta, y niñera (trabajo extremadamente explotador del que huí despavorida a los 3 días).

Finalmente, di con mi trabajo soñado en un lugar soñado: mesera en un restaurante argentino estilo Kansas (yo, habitué de Kansas de toda la vida, desde que la césar salía 8 pesitos, e iba con mi noviecito del colegio a los 16 años a comer rico y barato). Este lugar se llama Asado Melbourne (podés googlearlo). Asado es y siempre será mi tierra prometida laboral.

Fue soñado, primero porque con mi camada, lo inauguramos y fue súper emocionante. Segundo, porque me hice amigos; tercero porque comía y bebía muy rico, gratis y me pagaban mucha plata. Y cuarto y más importante: no tenía nada que hacer después del trabajo ni en mis días libres.

En este video te cuento la historia con lujo de detalles, pero se puede decir que ese sentimiento de paz y armonía fue el puntapié inicial para independizarme varios años mas tarde. 

Me pasaba que quizás trabajaba 14 horas de corrido y ni las sentía. Entraba a las 11 am a abrir el resto y salía a las 2 am de un viernes o un sábado. Salía, me tomaba una birrita en la puerta y me iba a dormir sin preocupaciones, sin pendientes, y con la tranquilidad que sólo te da no tener nada que hacer. No tener a nadie que está enojado con vos por algo. Algún mail explosivo, algo que te olvidaste entregar, algo que no puede esperar, como si fuera el fin del mundo. FUCK THAT, pensaba siempre que salía del trabajo. Me había acostumbrado tanto a ese sentimiento, que no tenerlo era como pesar 10 kilos menos. 

Pero paremos. Esta ocurrencia era desorbitante para mí. No nos olvidemos que mi objetivo profesional, el que le había dicho a la sociedad y a mi familia, era laburar en colegios toda la vida. Jubilarme en un colegio. Esto era grave; acababa de terminar el Profesorado ¡y el CELTA!, tenía casi 10 años siendo teacher en coles, ¿y ahora me venía a dar cuenta que disfrutaba mucho más trabajar 14 horas de corrido en un restaurant, que hacer un turno de 4 horas como maestra? Chan. Dicen que los viajes largos te abren la cabeza. A mí, este viaje me la rompió.  

Ese sentimiento, el que yo tenía todas las noches al salir del resto, era el indicado.

Ese que sentía al tomarme un traguito con mis amigos después del laburo, comer rico e irme a dormir con la mente vacía de preocupaciones, es el que perseguí todos los años que le siguieron, hasta que abrí Gluck.

Es el que define a Gluck. Es el espíritu y el objetivo detrás de todo el armado de mi marca, de mi proyecto de vida y de mi negocio. Ese mismo sentimiento de libertad, de no tener a nadie nunca pisándome los talones, es el que quiero que tengan mis alumnos de inglés, las teachers que den clase en mi escuela y, obviamente, vos con tu emprendimiento.

El opuesto al sentimiento que tenés los domingos a las 18 hs y que tenía yo cuando laburaba para otros.

El bajón del domingo habla de cuánto padecemos nuestro laburo. Padecer tu trabajo es, básicamente, padecer gran parte de tu realidad. Si amanecés a las 6 am y laburás doble turno, salís a las 17 hs. Son casi 12 horas que vivís en torno al trabajo. Sin contar las horas que corregís y planificás en tu casa. Si te vas a dormir a las 00 hs, son solamente 7 de 24 horas en las que tenés tiempo de hacer algo para vos. Y no estamos contando los viajes en bondi, buscar a los chicos en el cole, limpiar y cocinar. 

OBVIO QUE TE BAJONEAN LOS DOMINGOS, MI REIN@. ¡COMO PARA NO! 

Sigamos. Después de Australia, volví a Buenos Aires a trabajar de teacher en colegios e institutos. Con decirte que tenía ataques de pánico adentro del aula, te digo todo. A fin de año, me fui de viaje nuevo y me instalé todo el verano en Tilcara, Jujuy. Volví a conseguir laburo de moza y viví en carpa los 3 meses. ¿Hippie quién? Y no tenía 19 años eh, tenía 31. Pero estaba en una crisis absoluta con toda mi vida, con todas mis elecciones, particularmente con ser maestra en colegios y tener que laburar 30 años más para jubilarme. Lo único que sabía era que, de momento, prefería dormir en el piso y ser mesera en una parrilla.

Volví de Tilcara, de casualidad, 3 días antes de que cierre todo en 2020. 

Debido a mis viajes y a mi confusión general, la pandemia me agarró sin trabajo; pero también, sin la desgracia de trabajar en colegios durante such dark times

Si algo enfermó a toda una generación de docentes (acá y en el mundo entero), y la empujó a abandonar la docencia, fueron los colegios en pandemia. 

A mí, por otro lado, la pandemia me vino al pelo. Empecé a dar mis clases virtuales y fue donde nació Gluck, aún sin nombre ni idea. Contra todo pronóstico, la pandemia me devolvió el sentimiento de liviandad que había sentido en Australia 2 años atrás. Porque no tenía a nadie respirándome en la nuca ni reclamándome nada. Era yo sola, poniendo mis horarios, diseñando mis clases, no ganando fortunas, pero al menos con paz mental. 

El bajón dominguero es proporcional a la cantidad de dióxido de carbono que destila, en tu nuca, tu coordinadora. Es proporcional a lo mal que te cae tu paralela. Es correlativo a la impotencia que te da que, los lunes, en lugar de tener las horas libres para planificar que te prometieron en la entrevista, tengas una capacitación DE EMOJIS.

¿Me estoy quejando? Sí. Me quejo porque hay cosas de nuestro laburo que son inauditas. Y ni siquiera hablo del sueldo. Pero ya que estamos, creo que si el sueldo fuera bueno, no haría falta trabajar doble turno. En ese sentido, planificar fuera de hora sería más que apropiado. Y las capacitaciones de emojis seguirían siendo al pedo, pero con un sueldo mejor me las re banco. 

Yo ya salí de ese lugar, pero me escriben a diario teachers que aún no lo logran. Que no se sienten ni cerca. Y te juro, te firmo y te recontra firmo, que, para salir de ahí vas a tener que aguantarte muchas incomodidades, mucha inestabilidad, mucha ansiedad. Aprender a improvisar, aprender a amar lo que sería para vos, el equivalente de dormir en carpa 3 meses como hice yo en Tilcara. 

El bajón que te agarra los domingos a la tarde-noche, se debe a que una parte considerable de tu vida no te gusta, y a mí me pasaba igual. Es porque la gente que tenés que ver al otro día, te desagrada y te da ansiedad. Es porque tenés que consensuar hasta las comas de tus planificaciones; es porque tu criterio docente no vale nada y es puesto en duda a cada rato. Es porque no tenés un ápice de independencia para hacer uso de lo que sabés que sirve. Porque todo te da culpa. Tomarte un día de estudio, enfermarte, todo lo que pidas será invariablemente recibido con una carita de circunstancia y un montón de peros. 

Y antes de que me digan nada, esos "4 meses de vacaciones" que dicen que tenemos, 1) no son cuatro, y 2) son la diferencia exacta entre una licencia psiquiátrica y un año más de laburo. 

Sí, me estoy quejando de algo que nunca va a cambiar. Pero fue precisamente la ira que me generaba todo esto, y la conciencia de que no iba a cambiar, lo que me dio la pauta de que me tenía que ir. 

Que yo, Lau Gluckmann, tenía que llevarme mis ideas revolucionarias a otra parte. 

Otras personas se quejan toda la vida, pero no hacen nada al respecto. Conozco muchas personas que se quejan eternamente. Pero con la queja no cambia nada y nos terminamos pudriendo por dentro, y a nuestros seres queridos, que son quienes nos tienen que escuchar.

A veces, lo único que podemos hacer, es irnos.

Quizás como yo, vos tenés adentro una natural-born owner que no quiere que le digan lo que tiene que hacer, o que gente menos capacitada le critique su trabajo. 

Eso está bárbaro, aunque, si sos mujer y docente, ¿seguro te da un poco de culpa? A mi me daba una súper culpa el no querer trabajar con otros, no querer consensuar cada cosa. Hasta que me di cuenta que esa, es la realidad de cualquier persona que se corta sola y se pone su propio negocio. Hay un universo que existe fuera de los colegios y de los laburos fijos, donde podés implementar tu criterio y tu manera de hacer las cosas sin la obligación de asociarte, medirte, compararte, ni que nadie te apruebe o desapruebe. Sos vos, responsable 100% de todos tus triunfos, y de tus fracasos. 

El problema es que no querés bancarte la pelusa de hacer tu propio camino. La austeridad de los primeros intentos, la frustración de que tus self-made methods no funcionen (como si tuvieras que sabértelas todas a la primera, pues docente.)

No te puedo decir mucho más por aca, porque no te conozco bien; sólo sé que no estás taaan feliz, al menos, con una parte de la vida que elegiste. Pero sí puedo decirte, y jurarte incluso, que estás a tiempo de diseñar una vida distinta. Pasito a pasito; suave, suavecito. 

Irme a Australia, volver, irme a Tilcara, volver; dejar un colegio, agarrar otro, dejarlo, y así hasta dejar todo por completo, sucedió entre algunas alegrías. Pero sucedió, más que nada, con mucho dolor y mucho desgarro. 

Primero, no había una Lau, una cuenta como Gluck que me dijera estas cosas mientras lo intentaba y fallaba. Y porque, en paralelo, mi salud mental estaba al borde del precipicio, al igual que muchos de mis vínculos. Yo era la persona que estaba siempre furibunda quejándose de esto o de aquello. Tenía tanta ansiedad, tanta bronca, tanta energía contenida, que vivía peleándome con medio mundo (otra cosa muy mal vista, si sos mujer). No dormía bien y pesaba como 15 kilos menos. -Ahora que pienso, debo estar más gordita por la falta de estrés. Sí, debe ser eso (jijiin't)-. 

Laburaba en relación de dependencia, pero tenia CERO ESTABILIDAD EMOCIONAL. 

Y, paradójicamente, cuando deje el laburo fijo, se me empezaron a acomodar los patos. Y pude, no sólo abrir la escuela de inglés que tenía entre ceja y ceja, sino encarar un proyecto con el que jamás habría soñado: #data4teachers, esto que estás leyendo, los cursos de capacitación de Tienda Gluck, el podcast, las asesorías, los talleres para teachers... que es lo que más amo hacer. 

Así que fijate. 

Hay tips para ponerse menos mal los domingos, pero son curitas, son placebos, son tapones.

Y también, me aburría hacer el típico listicle con tips que te puede dar cualquiera para sobrellevar el mingo-bajón, pero acá va mi take, en un solo párrafo.

Si detestás la tarde noche del domingo, te recomiendo: 1) terminar el día muy cansada de hacer cosas (deporte, ver gente, comer asado, tomar vino, pasear, hacer turismo, andar en bici…) Cuando terminamos el finde cansados y satisfechos de todo lo que hicimos, agradecemos llegar a casa y estar ahí con nuestras cosas. 2) Reservarte cosas lindas para ver en la tele o podcasts para escuchar, y algún menú rico para comer o cocinar, que disfrutes. 3) Sentarte a hacer las tareas pendientes que te provocan el bajón (planificar, ver los mails, hacer reportes…). Generalmente, no son para tanto y te sentís super bien después de hacerlas. Aunque sea domingo. 

Pero mi más grande recomendación si los domingos te acechan y te pone muy mal lo que te espera en la semana, es que pongas toda tu energía en independizarte. 

Porque podemos putear mucho a la docencia y al sistema educativo, pero en realidad, elegimos la mejor carrera del mundo, ¿sabías eso? 

Es una de las pocas carreras que te permite independizarte inmediatamente, con cero inversión upfront, mientras seguís laburando en otro lado y cobrando un sueldo. Te permite hacer híbrido, online y presencial. El título te sirve y recomiendo tenerlo, pero no es urgente, porque lo que cuenta es la experiencia, tu capacidad y conocimiento para enseñar (no nos hagamos, todos acá empezamos a dar clase sin título!). 

Pero, sobre todo, te permite ser la dueña de tu propio destino de formas que otras profesiones no pueden ni soñar.

Si te pones las pilas, obvio. 

TKM, Lau.

Los domingos a la tardecita, nos bajonean a todos. Pero cuando odiás tu trabajo, te afecta el triple. Una pequeña guía dominguera para apalear el bajón dominguero y la resaca de los lunes ;)

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